ACEITE PARA UNCIÓN
Este aceite está elaborado según las indicaciones dadas en la Biblia. Su exquisito aroma es inspirador. Es ideal para purificar y ayudar a la apertura a los planos divinos.
Casia, canela, Cálamo, mirra y aceite de oliva virgen, en las proporciones que se indican en la Biblia, son los ingredientes de una fórmula única que Dios dicta a Moisés para usar como aceite de unción en ceremonias sagradas.
En la Biblia, la unción aparece con un doble significado: a nivel físico como masaje y con propiedades desinfectantes y terapeúticas, y a nivel energético y espiritual
como como un proceso para «santificar» los objetos y las personas e «impregnarlas de la Gracia de Dios».
Actualmente, la ciencia nos ofrece nuevas vías de comprensión para este fenómeno. Se han demostrado cambios en la frecuencia de las ondas cerebrales de personas que han sido expuestas a aromas. Los aceites aromáticos tienen efectos estimulantes en el sistema nervioso porque contienen el elemento vibratorio que es la misma “esencia” de la planta. Entonces, la inhalación de aromas afecta a los estados de ánimo.
La teoría del olfato por vibración cuántica asegura que lo que realmente confiere a una molécula su aroma, lo que hace que podamos olerla, es la frecuencia con la que vibran sus partículas. Por lo tanto, nos conectamos a las vibraciones de las plantas, que han absorbido cantidades particulares de sol, agua, aire y tierra.
Las vibraciones de los aromas, que están sintonizadas con nuestras vibraciones energéticas internas, pueden tener un efecto significativo sobre nosotros, liberando energía bloqueada en nuestro cuerpo emocional.
Recordemos que el olfato es el más sensible de todos nuestros sentidos y que el reconocimiento del olor es inmediato. Basta oler algo determinado e instantáneamente recordamos algún aspecto del pasado que teníamos prácticamente olvidado. El sentido del olfato está íntimamente relacionado a la memoria y a las emociones. También tiene una función discriminatoria. Por ejemplo, cuando nos parece que algo no va a salir bien, decimos que huele mal.
El sentido del olfato está ligado al sistema nervioso central, por lo que los aromas actúan directamente sobre las emociones y los centros que controlan los procesos fisiológicos. La información llega primero al sistema límbico y al hipotálamo, regiones cerebrales responsables de los sentimientos y los impulsos instintivos. Tales regiones también participan en el acceso a la memoria y regulan la liberación de hormonas. De esta manera los aromas pueden modificar la conducta y las funciones corporales.
Al percibir un aroma, el sistema límbico capta una molécula y desencadena desde el hipotálamo un movimiento vibratorio por los centros nerviosos, a los que relaja o estimula, por lo que puede acabar incidiendo en muchos aspectos del comportamiento, como la sensibilidad, la tendencia al optimismo, la sensualidad o la capacidad para recuperar sensaciones del pasado. Ciertos aromas también ayudan o predisponen a la meditación, la exploración interior o las visualizaciones, y favorecen la capacidad de memoria.
LA UNIÓN ENTRE RITO Y CIENCIA
En la antigüedad se consideraba que los aromas son el alimento del alma, como sabían las religiones que han empleado el incienso y otros aromas como elementos de ritos y rezos, favorecedores de conexiones a otros niveles del ser.
Si consideramos que el ser humano es también un organismo electromagnético, cuyo funcionamiento se puede alterar mediante señales de ondas a frecuencias determinadas, las frecuencias de los distintos aromas pueden modificar el estatus vibratorio.
Los aromas, por sí mismos, emiten señales vibratorias que influyen sobre el ambiente y sobre el ser humano.
Por lo tanto, la unción con plantas aromáticas, que contiene notas bajas, medias y altas, busca influir en los niveles vibratorios de varios de nuestros sistemas y facilitar el acceso a planos más elevados.