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Radicales libres. Efectos sobre la salud y el envejecimiento

Radicales 2024-06

RADICALES LIBRES Y ANTIOXIDANTES 

Llevamos años escuchando hablar de radicales libres y antioxidantes, pero no siempre entendemos realmente de qué se trata. Creemos que es importante dar una información clara sobre este tema fundamental para nuestra salud y belleza. Merece la pena tratar de entender cómo funcionan los procesos y como armonizarlos para mejorar nuestra salud y retrasar el envejecimiento. 

El cuerpo humano está formado por miles de millones de células, cada una de ellas por moléculas y estas por uno o más átomos unidos por enlaces químicos. Estos enlaces se establecen a través de los electrones, que giran alrededor de los átomos. Todo el sistema funciona en perfecta armonía si no hay movimiento, pero la vida es movimiento en sí y los sistemas corporales deben estar listos para asimilar los cambios. Esta es la función primordial de los radicales libres. 

Los radicales libres son moléculas inestables, sobre oxigenadas, que perdieron 1 o varios electrones y son altamente reactivos. Su misión es buscar el electrón o electrones que les faltan en otras moléculas para obtener su estabilidad. O sea, los radicales libres se forman con los cambios y buscan de nuevo la estabilidad y, por lo tanto, la salud. NO SON NOCIVOS, SIEMPRE Y CUANDO SU NÚMERO NO SEA EXCESIVO. La molécula afectada, a la cual ha robado el electrón, se convierte a su vez en un radical libre y de esta forma se inicia una reacción en cadena que afecta a muchas células. Si el proceso se descontrola, comienza el daño celular, la mutación y la muerte celular. Envejecimiento o enfermedad. 

Sí, convivimos con los radicales libres, aunque nos empeñemos en tomar suplementos vitamínicos antioxidantes y aunque sigamos una dieta sana que incluya frutas y verduras. Los mismos procesos de respiración, inmunológicos o asimilación de alimentos los generan siempre. Cuanto más fuerte es el cambio y, por lo tanto, el impacto recibido por nuestro organismo, más cantidad de radicales se generan. Los radicales libres transmiten mensajes a nuestras células, regulando procesos como la proliferación, migración, supervivencia, apoptosis y autofagia celulares. Cuando nos enfermamos producimos grandes cantidades de radicales libres porque son necesarios para luchar contra infecciones y para rearmonizar el organizmos, razón por la cual se recomiendan dietas antioxidantes durante la convelescencia. Actúan como vasodilatadores, bactericidas, potencian la función neuronal y tienen un papel clave en la ovulación, capacitación espermática y fertilización. Sin embargo, en concentraciones elevadas los radicales libres son dañinos y están implicados en numerosos procesos patológicos, como la arteriosclerosis, el cáncer, la toxicidad por fármacos o la infertilidad. Podemos decir que es un proceso oxidativo y oxidación = envejecimiento. 

El estrés oxidativo es causado por el desequilibrio entre la producción de radicales libres y la capacidad de nuestro sistema biológico para neutralizar rápidamente los reactivos intermedios y reparar el daño que causan. 

Para evitar o reducir sus efectos dañinos, nuestras células están dotadas de defensas capaces de disminuir las concentraciones de los radicales libres y contrarrestar sus efectos, éstos son los llamados antioxidantes. PARA EL CORRECTO FUNCIONAMIENTO DE NUESTRO ORGANISMO ES NECESARIO UN EQUILIBRIO ENTRE RADICALES LIBRES Y ANTIOXIDANTES (equilibrio redox), de forma que ambos componentes de la balanza deben estar compensados. Cualquier desequilibrio supone una situación patológica. Por una parre, porque en exceso provocan lesiones fulminantes, por la otra porque su ausencia es incompatible con la vida. 

Un ANTIOXIDANTE es una molécula capaz de inhibir la oxidación causada por los radicales libres, cediendo electrones sin perder su equilibrio. 

Una paradoja del metabolismo es que mientras la gran mayoría la vida compleja requiere oxígeno para su existencia, el oxígeno es una molécula altamente reactiva que puede dañar a los seres vivos. Por lo tanto, los organismos poseen una compleja red de metabolitos y enzimas antioxidantes que trabajan juntos para prevenir el daño oxidativo de los componentes celulares tales como en el ADN, proteínas y lípidos. A nivel intracelular tenemos antioxidantes naturales como Catalasa, Glutatión Peroxidasa y Superoxido Dismutasa. A nivel del plasma sanguíneo, la bilirrubina, transferrina, lactoferrina, ceruloplamina y albúmina, melatonina, estrógenos. A través de la alimentación, minerales como selenio, germanio y zinc junto con las vitaminas C y E, flavonoides, carotenoides, licopenos, xantinas y luteínas. 

COMO SE PRODUCE EL ESTRÉS OXIDATIVO 

Como hemos dicho, la vida misma es un proceso constante de cambios y nuestro organismo reacciona a los mismos en un continuo proceso de desequilibrio/equilibrio = oxidación/antioxidante. Por lo tanto, una forma de vida armónica produce solo los radicales libres y los antioxidantes necesarios. Pero nuestros hábitos de vida suelen provocar desequilibrios que son difíciles o imposibles de armonizar para nuestro organismo: 

  • EL ESTRÉS. Nuestro modo de vida, sobre todo en las ciudades, nos obliga a estar siempre con prisa, con miedo a no poder cumplir expectativas, a llegar tarde, a no poder enfrentar los grandes retos, etc. El estrés provoca que el organismo esté demasiado a menudo en estado de alerta, con la tensión que deberíamos reservar para grandes peligros. Para poder sostener esta tensión, nos sobre oxigenamos y sometemos al cuerpo a cambios constantes que generan muchos radicales libres. Esto tiene consecuencias negativas de muchos tipos y afecta a casi todos los órganos. 
  • LAS GRASAS POLINSATURADAS. La mayoría de los aceites que podemos comprar en el super son grasas polinsaturadas o hidrogenadas, que se oxidan en cuanto las calentamos. Esta oxidación produce grandes cantidades de radicales libres que el cuerpo no puede contrarrestar y provocan toda clase de enfermedades. Cambiar este hábito es muy importante. Debemos utilizar para cocinar grasas que resisten altas temperaturas sin oxidarse, como el aceite de coco o de aguacate. Para añadir a platos fríos es excelente el aceite de oliva virgen. 
  • LA SOBRE TOXIFICACIÓN. Todo cambio provoca la generación de radicales libres para ser asimilado. Por esta razón, a nuestro organismo le cuesta mucho absorber la contaminación ambiental y la ingente cantidad de químicos a los que estamos expuestos en alimentos o cosméticos. Las regulaciones actuales están pensadas para que cada producto contenga la dosis que el cuerpo soporta, pero no se considera la suma de estos en productos diarios como jabones, champús, dentífricos, alimentos, bebidas, etc. Los hidrocarburos presentes en la polución ambiental constituyen una fuente nada despreciable de radicales libres. El ozono tiene un extraordinario poder oxidante. Puede proceder de la acción fotoquímica de las radiaciones electromagnéticas sobre él oxígeno, de los campos eléctricos o de la combustión de los carburantes. 
  • EL TABAQUISMO. En condiciones normales, los antioxidantes atrapan a los radicales libres y ejercen de barrera protectora frente a este mecanismo de oxidación. Pero si falla esta protección (como ocurre cuando se inhala el humo de tabaco), se empieza a acumular colesterol malo en los macrófagos, lo que se considera un paso previo a la arterosclerosis. Esta podría ser la principal causa de que la incidencia de enfermedad coronaria sea tan alta en los fumadores, que también tienen los niveles de antioxidantes en sangre bajos. 
  • EXPOSICIÓN EXCESIVA A LAS RADIACIONES SOLARES. Tomado con medida, el sol es muy importante para nuestra salud, pero el exceso puede ser perjudicial. Los rayos infrarrojos del tipo A (IR-A) son los menos conocidos por la población. Llegan a la hipodermis, la capa más profunda de la piel, agotando los mecanismos de defensa antioxidantes de las células y fomentando el envejecimiento prematuro de la piel.  

CONCLUSIÓN 

Los radicales libres son los encargados del envejecimiento. Personas menos expuestas al exceso de radicales libres envejecerán más lentamente. Pero, además, los radicales libres pueden causar enfermedades cardiovasculares aumentando considerablemente los niveles de colesterol malo, incrementando el riesgo de cáncer, en particular de boca, faringe y esófago. Los radicales libres también están involucrados en la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer, la arterioesclerosis y la diabetes. 

¿CÓMO COMBATIR EL EXCESO DE RADICALES LIBRES? 

  • RELAJACIÓN. Es muy importante conocer y respetar los procesos naturales. Estos no se realizan adecuadamente si nuestro sistema nervioso está sobreexcitado o si dormimos poco o mal. Es importante tomarse la vida con más confianza, hacer ejercicio de forma razonable, practicar alguna técnica de relajación y descansar. 
  • EVITAR TÓXICOS. Debemos reducir el consumo de alimentos procesados y llenos de aditivos, tratar de usar cosmética natural y, en general, rodearnos de ambiente sano. 
  • CONSUMIR ACEITES SIN ÓXIDO. Debemos utilizar para cocinar aceites que resistan altas temperaturas antes de oxidarse, como el de coco o aguacate. En frío la gama es más amplia, pero el mejor es el de oliva virgen. 
  • CONSUMIR Y APLICAR ANTIOXIDANTES. Los antioxidantes ayudan a frenar el proceso de los radicales libres. Una buena forma de consumir antioxidantes es mediante la alimentación. Manteniendo un consumo adecuado de alimentos con vitaminas como la C y la E y betacarotenos, ya que se encargan de neutralizar los radicales libres donando uno de sus electrones, y poniendo fin a la cadena de robos. 

BASE CIENTÍFICA DE ESTE ARTÍCULO

Antioxidantes: 

Se trata de las enzimas que aceleran su inactivación, como la superóxidodismutasa (SOD), la catalasa, y la glutatión peroxidasa, entre otras. Hay que destacar también las moléculas que existen fisiológicamente, como la ceruloplasmina, el ácido úrico, las vitaminas antioxidantes, los betacarotenos, la cisteína, y las sustancias que actúan como agonistas del glutatión, como la N-acetilcisteína. 

Radicales libres 

Aunque hace ya más de medio siglo que se sabe que el peróxido de hidrógeno (H2O2) se forma de manera natural en los seres vivos, hasta 1969 no se comenzaron a conocer los aspectos biológicos de los radicales superóxido (O2-) e hidroxilo (OH-). Por aquellos mismos años, McCordy y Fridovich descubrieron la superóxido dismutasa (SOD), una enzima que transforma el radical superóxido en H2O2 y O2. 

Se sabe que los electrones se disponen alrededor de los núcleos de los átomos en capas perfectamente definidas denominadas orbitales. Cada orbital contiene máximo dos electrones que se hallan apareados y tienen espines opuestos. La mayoría de las sustancias presentes en el organismo contienen sólo electrones apareados y suelen ser, por tanto, químicamente estables. Los radicales son especies químicas que contienen orbitales desapareados en su orbital más externo. Estos electrones desapareados les confieren una enorme reactividad química que le conducirá a interactuar rápidamente con otras moléculas. 

Estos radicales pueden también reaccionar con una especie química estable. El radical puede, en este caso, cederle su electrón desapareado, tomar uno de esta molécula para aparear su electrón, o unirse a ella. En los tres casos la situación resultante es la génesis de otro radical químicamente agresivo. 

El oxígeno es una molécula básicamente oxidante, hasta el punto de que es el principal responsable de la producción de especies oxidantes en las células de metabolismo aerobio. 

Estrés oxidativo 

El radical hidroxilo (. OH) procede de la rotura del enlace covalente entre el oxígeno y el hidrógeno de una molécula de agua, reacción en la que también se genera otro oxidante, el .H-. 

El .OH es el radical más reactivo que nuestra química conoce. Puede interactuar con las bases nitrogenadas de los ácidos nucleicos (ADN y ARN) y alterar la información genética de las células, o estimular la peroxidación lipídica, en la que el .OH ataca a los ácidos grasos poliinsaturados, convirtiéndolos a su vez en oxidantes. Un sólo radical .OH puede transformar cientos de moléculas de ácidos grasos en hidroperóxidos, que al descomponerse producen aldehídos, auténticos venenos para las membranas celulares. 

El radical peroxilo (ROO.) tiene una menor reactividad que el anterior. 

La molécula de H2O2 y la del ácido hipocloroso (HOCL) se comportan como oxidantes, al igual que la mayoría de los radicales libres, aunque sería más correcto referirse a ellos como especies reactivas de oxígeno (ERO). 

La unión de oxígeno con nitrógeno puede dar lugar a la formación de óxido nitroso, capaz de inducir la peroxidación lipídica. 

Los iones Fe+++ y Cu++ actúan como catalizadores en la formación de radicales hidroxilos. En presencia de estos iones, el peróxido de hidrógeno (H2O2) reacciona violentamente con moléculas de oxígeno. 

Otras sustancias como el ácido ascórbico son capaces de reducir el ion férrico (Fe+++) a ferroso (Fe++), que cataliza la producción de oxidantes. Es muy importante mantener estos metales fuera del alcance de los oxidantes. 

Procedencia de los radicales libres 

Los oxidantes, aunque son químicamente muy inestables y altamente tóxicos para las células, se producen en condiciones normales en el interior de éstas. Se estima que el 5% de todo el oxígeno que consumimos en las etapas finales del metabolismo oxidativo sigue la llamada vía univalente. Varios de los metabolitos intermedios que se generan son radicales libres. Por tanto, el metabolismo normal es una fuente de radicales libres. 

La xantina oxidasa (enzima responsable de la conversión de hipoxantina en ácido úrico) también genera radicales libres (radicales superóxidos). 

La segunda fuente de radicales libres es también endógena y está constituida por el metabolismo de los fagocitos (neutrófilos y macrófagos). Estos tienen varias enzimas líticas (proteasas, lipasas, nucleasas), y vías metabólicas (mieloperoxidasa en el caso de neutrófilos) que generan varias especies químicas agresivas (peróxido de hidrógeno, radicales superóxido e hidroxilo). 

Los oxidantes pueden proceder del exterior, ya sea directamente o como consecuencia del metabolismo de ciertas sustancias. De las fuentes exógenas de radicales libres, el tabaquismo es una de las más importantes. El humo del tabaco es una mezcla de sustancias entre las cuales destacan los óxidos de nitrógeno y de azufre. Otros componentes del humo del tabaco pueden interaccionar con el citocromo P450 y con el catabolismo del ácido araquidónico y de las flavonas. 

Los óxidos de nitrógeno pueden también proceder de la contaminación atmosférica. 

Los hidrocarburos presentes en la polución ambiental son una fuente nada despreciable de radicales libres. 

El ozono (O3) es una ERO dotada de un extraordinario poder oxidante. Puede proceder de la acción fotoquímica de las radiaciones electromagnéticas sobre él oxígeno, de los campos eléctricos o de la combustión de los carburantes. Su toxicidad se manifiesta tras exposiciones de pocas horas a concentración de tan sólo 3 o 4 partes por millón (ppm). Es muy poco abundante en las capas más bajas de la atmósfera (1 ppm), aunque su concentración aumenta a medida que nos elevamos sobre el nivel del mar hasta alcanzar las 10 ppm. El O3 puede oxidar grupos (-SH, -NH2, OH y COH), y en los fosfolípidos de las membranas celulares induce la peroxidación lipídica. 

Una concentración de oxígeno (O2) demasiado elevada puede generar también una sobrecarga de ERO. Así, cuando la concentración de O2 en el aire inspirado sobrepasa el 30-40%, las defensas antioxidantes comienzan a fracasar. Una concentración del 100% es altamente tóxica y sólo se suele resistir, sin que aparezcan lesiones, durante unos pocos minutos. 

Acción de los radicales libres 

Las sustancias oxidantes pueden actuar sobre cualquier molécula, aunque algunas parecen ser más susceptibles que otras a la acción de los antioxidantes. Especialmente sensibles resultan los ácidos nucleicos, las proteínas y los fosfolípidos presentes en todas las membranas de las células. La interacción de los oxidantes con estas moléculas producirá en ellas una modificación estructural, que se traducirá en una alteración funcional. El efecto que producen los oxidantes en los organismos vivos se ha denominado estrés oxidativo. 

Aunque el H2O2 no es un radical libre, tiene suficiente agresividad para ser considerado ERO. Este radical libre, en presencia de iones hierro (Fe) o de cobre (Cu), reacciona activamente con el radical superóxido, lo que genera los perjudiciales radicales hidroxilo (.OH). 

Lo malo no es que se generen radicales libres en el organismo, fenómeno que ocurre en situaciones normales, sino que exista un desequilibrio entre su producción y su eliminación, que es lo que determina que aparezca o no la enfermedad. 

Los radicales libres contribuyen a la aparición de enfermedades como la arterioesclerosis, la artritis reumatoide, el enfisema, el síndrome del distrés respiratorio del adulto o los procesos isquémicos del sistema nervioso central. Es posible que en otros procesos como las enfermedades fibrosantes, el síndrome del aceite tóxico, la úlcera péptica, ciertos cánceres, e incluso el envejecimiento, intervengan los radicales libres. Los procesos en los que los oxidantes desempeñan algún papel etipatogénico se incluyen en la tabla 2. 

Fármacos como la bleomicina, la ciclofosfamida, nitrofurantoína o el paraquat pueden producir graves reacciones de toxicidad pulmonar, que se creen pueden estar mediadas por los radicales libres. 

Antioxidantes 

Algunos de los mecanismos antioxidantes conocidos son de naturaleza enzimática. De estos mecanismos, algunos actúan en el interior de las células, mientras que otros parecen ser más eficaces en el medio extracelular (fig. 1). 

Fig. 1. Sistemas antioxidantes enzimáticos y reacciones que catalizan. 

La catalasa es una enzima que destruye el peróxido de hidrógeno, transformándolo en H2O (agua) y O2. La principal función de la SOD parece ser la de eliminar específicamente el anión superóxido. Se sintetiza en los epitelios, en particular el alveolar, y en los endotelios vasculares. 

El glutatión (GSH) es el elemento central de muchos sistemas detoxificantes. Contiene un grupo sulfhidrilo (-SH), que lo hace idóneo para atenuar el efecto de los radicales libres. 

La albúmina o ciertos ácidos grasos pueden actuar de manera no específica amortiguando el efecto oxidativo de los radicales libres. Los tocoferoles presentes en el suero y en las membranas de los hematíes protegen la integridad de las membranas celulares. Además, pueden neutralizar al oxígeno singlete (1O2), otro radical libre. 

El ácido ascórbico tiene un efecto similar al de la catalasa, desdoblando el peróxido de hidrógeno en agua y oxígeno. También funcionan como antioxidantes circulantes la nicotinamida y el ADP. 

Los carotenos, sustancias muy relacionadas con la vitamina A, debido a su gran liposolubilidad, actúan prioritariamente en los compartimentos más hidrofóbicos, en los que penetran con gran facilidad. El licopeno (una sustancia de tipo carotenoide) es el mejor agente neutralizador del oxígeno singlete que se conoce. 

El ácido úrico es otra molécula con capacidad antioxidante que neutraliza eficazmente al radical hidroxilo y peroxilo, y puede prevenir al ácido ascórbico de la oxidación. Un aminoácido como la taurina, presente tanto en el medio intracelular como el extracelular, es también un buen antioxidante, siendo su concentración más elevada en aquellas células que soportan más carga oxidativa. 

Ciertos fármacos como la indometacina y otros antiinflamatorios no esteroides, al bloquear la vía de la ciclooxigenasa, inhiben la hiperreactividad inducida por los antioxidantes inhalados. 

De los antioxidantes extracelulares, hay que destacar las antiproteasas y la ceruloplasmina, principal inhibidor sérico de la peroxidación lipídica. 

Existen, por último, antioxidantes artificiales que ya se han comenzado a emplear en medicina; entre ellos cabe destacar la N-acetilcisteína, el dimetilsulfóxido (DMSO), la etildimetiltiourea y el etanol. Los tres últimos poseen actividad antir radicales libres y pueden neutralizar el efecto del pernicioso radical hidroxilo (-OH). En la tabla 3 aparecen los diferentes tipos de antioxidantes. 

Envejecimiento 

El glutatión es el tiol no proteico más abundante de la célula. La importancia de éste en el envejecimiento fue objeto de estudio inicialmente por Pinto y Dartley, y más tarde por Lang. 

Harman estableció en 1956 que el envejecimiento se debía a la acción oxidante de los radicales libres. Por tanto, los antioxidantes pueden administrarse para disminuir los efectos del envejecimiento en el organismo. 

Aproximadamente el 2% del oxígeno que utilizan las células no se convierte en agua, sino en especies reactivas de oxígeno. La mayoría de estas especies se originan en la mitocondria. De ahí la importancia de ésta y, especialmente, del ADN mitocondrial para entender el envejecimiento. 

Para minimizar el efecto del envejecimiento se administran los antioxidantes. De hecho, el papel protector de los antioxidantes contra el envejecimiento ha sido objeto de estudio y está probado en la actualidad. Así, se ha observado que aquellos antioxidantes que protegen contra la oxidación del glutatión son efectivos para evitar la pérdida de las funciones fisiológicas que se observan en el envejecimiento. 

Teoría del envejecimiento asociada a los radicales libres 

El envejecimiento es un proceso multifactorial. Una de las teorías más importantes es la de los radicales libres, propuesta por Harman en 1956. De acuerdo con esta teoría, los radicales libres producidos en el metabolismo del oxígeno causan daño a las células, lo que conduce a alteraciones en el metabolismo. La idea general de esta teoría es que los antioxidantes celulares no son capaces de detoxificar las especies reactivas de oxígeno que se generan continuamente en la vida. Por ello, el envejecimiento celular está asociado a un estrés oxidativo crónico. 

Se observó que las especies que tienen un consumo alto de oxígeno tienen una longevidad baja. Sin embargo, los pájaros y los primates constituyen excepciones. Esto puede explicarse por el hecho de que las mitocondrias de las células de estos animales producen menos radicales que las mitocondrias de otros. Por tanto, las especies más longevas producen menos radicales libres. 

Varios autores han encontrado una relación entre la oxidación del glutatión y el envejecimiento de varios animales. Esta oxidación puede deberse a un aumento en la producción de radicales libres o a una disminución en su capacidad de detoxificación. De este modo, el envejecimiento se asocia con una disminución de las enzimas que catalizan la reducción del glutatión, como la glutatión reductasa o la glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa, y a un aumento de la actividad de las enzimas que favorecen la oxidación del glutatión como la glutatión peroxidasa o la transferasa. 

Papel de las mitocondrias en el envejecimiento celular 

Jaime Miquel propuso la llamada teoría mitocondrial del envejecimiento celular. Esta teoría establece que la senescencia se debe a la acción de los radicales libres sobre el genoma mitocondrial de las células. Muchos estudios han demostrado que existe un daño al ADN mitocondrial, a las proteínas y a los lípidos. También se han observado cambios en la función y morfología de las mitocondrias asociado al envejecimiento. 

Estas lesiones oxidativas en el ADN mitocondrial afectan a los genes mitocondriales, causando deleciones y mutaciones puntuales, lo cual puede contribuir a la aparición de enfermedades neurodegenerativas. 

Muchos investigadores han observado que la actividad respiratoria global de las mitocondrias disminuye con la edad en hígado, músculo esquelético y cerebro. Las mitocondrias de animales viejos producen más radicales libres que las de los jóvenes y la tasa de producción de agua oxigenada presenta una correlación inversa con las variaciones en la longevidad entre especies. Estos resultados demuestran que la generación de prooxidantes es un factor que influye en la velocidad del envejecimiento. Por tanto, el daño mitocondrial está estrictamente relacionado con el envejecimiento. 

La peroxidación lipídica es un factor esencial en el proceso de senescencia de las células aeróbicas. Se necesita la formación de radicales de oxígeno en las membranas para que se inicie la peroxidación lipídica. Los peróxidos lipídicos se pueden romper y dar lugar a aldehídos que son un importante marcador de envejecimiento. 

También se ha descrito daño a las proteínas atribuibles a radicales libres. Así, en el paso a células más viejas, se produce un descenso en la actividad de la proteasa alcalina neutra que degrada proteínas oxidadas. La acumulación de estas proteínas está relacionada con el deterioro de la función fisiológica. 

Por otra parte, se ha demostrado que los radicales libres del oxígeno, modifican cada día unas 10.000 bases de ADN por célula. Las enzimas reparadores del ADN son capaces de eliminar la mayoría de las lesiones oxidativas, pero no todas. Estas lesiones se acumulan con la edad y la mayoría se originan en el ADN mitocondrial, no en el ADN nuclear. Se ha demostrado que la oxidación del ADN mitocondrial se asocia con la oxidación del glutatión mitocondrial. 

La presencia de lesiones oxidativas demuestra que la protección antioxidante del GSH no es suficiente en el envejecimiento. Por ello, es importante incrementar la acción del glutatión mediante el aumento de la concentración de GSH. 

Uso de los antioxidantes 

La teoría de los radicales libres hace posible la utilización de antioxidantes, como las vitaminas C o E. Según esta teoría la administración de estas sustancias protegería contra el envejecimiento. Se ha observado que las vitaminas C o E protegen contra la oxidación del glutatión y el ADN mitocondrial. Asimismo, la vitamina E parece ser que protege del daño oxidativo inducido por el ejercicio físico, tanto en individuos jóvenes como viejos. 

Pero la administración de los antioxidantes no está exenta de riesgos. La cisteína puede tener un efecto prooxidante, la administración de betacaroteno en fumadores aumenta la incidencia de cáncer de pulmón, y la vitamina E disminuye la respuesta aguda de los neutrófilos durante el ejercicio físico. Por tanto, la administración de dosis elevadas de antioxidantes debe realizarse con precaución, pues no es una panacea, sino una posibilidad. 

Conclusiones 

El oxígeno es una de las moléculas más necesarias para los seres vivos, pero también muestra toxicidad porque da lugar a la formación de los radicales libres. Éstos causan modificaciones en los lípidos insaturados, en las proteínas y en el ADN. Este daño está implicado en la aparición de enfermedades como las cardiovasculares, el Parkinson o el cáncer. El daño al ADN parece estar en relación con el envejecimiento. Para evitar el exceso de radicales libres han aparecido una serie de defensas antioxidantes. Unas son endógenas, como el glutatión y las enzimas antioxidantes, y otras son exógenas, como las vitaminas E y C y los carotenoides. 

YUa gran cantidad de experimentos apoyan el papel de la teoría de los radicales libres en el envejecimiento. El glutatión es un antioxidante endógeno fundamental. La senescencia está asociada a un descenso del glutatión reducido y a un aumento del glutatión oxidado. El glutatión mitocondrial es crítico y se oxida en mayor medida que el citosólico. Esta oxidación se relaciona con la oxidación del ADN mitocondrial. Asimismo, la administración de antioxidantes o de precursores del glutatión es muy importante para prevenir el envejecimiento. 

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