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Historia de la aromaterapia

Historia

HISTORIA DE LA AROMATERAPIA.
Desde los tiempos más remotos de la humanidad, los sahumerios aromáticos se han usado en rituales cotidianos y durante las ceremonias religiosas como expresión y recordatorio del mundo espiritual. La fragancia fue entendida como una manifestación de la divinidad en la tierra, una conexión entre los seres humanos y la divinidad, emanación del espíritu en la materia. Desde entonces se buscó la forma de extraer y fijar estas sustancias aromáticas. Recientemente, en el Valle del Indo, se ha encontrado un alambique de arcilla con una antigüedad de 7.000 años.

Egipto es la cuna de la medicina, la farmacopea y la perfumería. 4.000 años A.C., preciosas substancias llegaban allí de todas partes: cedro del Líbano, rosas de Siria, nardos, mirra, incienso, láudano y canela de Babilonia, plantas de Etiopía, Somalia, e incluso de Persia y la India. En los templos egipcios pulverizaban, maceraban o sometían a complejos procesos las plantas hasta obtener las sutiles fragancias que se usaban en las ceremonias. Los egipcios daban suma importancia a la salud y a la higiene y estaban absolutamente familiarizados con los efectos de las sustancias aromáticas en el cuerpo y en la psique. Hacia el año 1.500 a.C., aparecieron unos escritos, atribuidos a Imhotep, donde se encuentran recetas cercanas a las de la aromaterapia moderna. Las gomorresinas aromáticas eran transformadas por infusión en aceites vegetales, lo que liberaba las esencias, base de preparación de los ungüentos y los vinos medicinales. Muy probablemente también extraían aceites esenciales. El kephi, por ejemplo, un perfume conocido mundialmente, es un antiséptico, un bálsamo y un tranquilizador. También practicaban el arte del masaje y eran reconocidos especialistas en el cuidado de la piel y en cosmetología. Sus productos eran conocidos en todo el mundo civilizado. El embalsamiento es uno de los principales y más asombrosos usos que daban a las plantas aromáticas. Los cuerpos eran llenados de perfumes, resinas y preparaciones fragantes. Es tan fuerte el poder antiséptico de los aceites esenciales que miles de años después los cuerpos se han mantenido bien conservados.
Hacia la misma época, en China, el emperador Kiwan Ti, inició el estudio de los aromas en las plantas.
Milenios más tarde se hablaba de hierbas, árboles y especias y ya se aplicaban los principios del Ying y el Yang.

Mesopotamia, desde los años 3,000 A.C. utilizaban, por ejemplo, extractos de rosas, con las cuales se lavaban el rostro, la cabeza e incluso la boca.
Israel. Los hebreos empleaban los aromas, sobre todo en sus ritos religiosos. Se puede leer en la Biblia, Éxodo 1-38. Y Jehová continuó hablando a Moisés, y dijo: “En cuanto a ti, toma para ti los perfumes más selectos: de mirra en gotas cuajadas, quinientas unidades, y de canela aromática la mitad de esa cantidad, doscientas cincuenta unidades, y de cálamo aromático doscientas cincuenta unidades, y de cassia quinientas unidades, según el siclo del lugar santo, y de aceite de oliva un hin. Entonces tienes que hacer de ellos un santo aceite de unción, un ungüento, una mezcla que sea obra de ungüentario. Ha de ser un santo aceite de unción”. También conocían las virtudes medicinales de las plantas aromáticas y en ocasiones se untaban el cuerpo entero de ungüentos, tanto para curar sus enfermedades, como para elevar sus almas.

Grecia. Los griegos consumían grandes cantidades de sustancias aromáticas naturales y se conocen varias obras exaltando las propiedades de las mismas. En el libro XIII de su “Historia Natural”, Plinio trata de los árboles y vegetales productores de esencias. Hipócrates, padre de la medicina, habla de la utilidad de los baños aromáticos para el tratamiento de las enfermedades femeninas. En Atenas, luchó contra epidemias, particularmente contra la peste, quemando lavanda, romero e hisopo, entre otras plantas aromáticas. Más tarde se desarrolló en Grecia una utilización sistemática de aromas, particularmente en forma de masajes. Teofrasto, discípulo de Platón, es autor de un “Tratado de los aromas”, señala el interés terapéutico de los perfumes y observa los principios fundamentales de la acción de los aceites esenciales sobre los órganos internos.
Los árabes evolucionaron considerablemente la química y las técnicas de destilación. Produjeron muchos perfumes y se les puede adjudicar el título de “fundadores de la aromaterapia”. El famoso doctor Avicena, el “príncipe de los doctores”, produjo el primer aceite esencial puro (rosa) y utilizó ampliamente los aceites esenciales como terapia. Escribió más de cien obras de medicina, entre las que se encuentra “El Canon de la Medicina”, donde hace referencia a numerosos aceites esenciales.
La India es probablemente el único lugar en el mundo donde la tradición nunca se perdió. Hoy en día siguen elaborándose perfumes y ungüentos con fórmulas de hace hasta 10.000 años. La medicina ayurvédica es la forma más antigua conocida de práctica médica y utiliza más de 700 extractos de plantas como la canela, nardo, cilantro, ginebra, mirra, sándalo, acacia, incienso, etc.
La Edad Media en Europa fue una época de barbarie y pérdida de todo tipo de conocimiento. Pero las técnicas antiguas, incluida la medicina, fueron conservadas por los árabes que iniciaron la práctica de la alquimia, que los egipcios atribuían al semidiós Thot o Hermes, razón por la que también se le llama arte hermético a la alquimia. Los procesos de destilación dieron renovado énfasis a al uso de los aromas en perfumería y medicina.
Durante el Renacimiento floreció la producción de elixires, bálsamos, aguas perfumadas, aceites fragantes, ungüentos medicinales y aplicaciones cosméticas.

En el siglo XIX comenzamos a tener datos de investigaciones científicas sobre aceites esenciales. En Francia, el Dr. Chabernes escribió un libro en 1838 sobre las enormes posibilidades de utilización de los materiales aromáticos.
René Maurice Gattefosé, doctor francés, es reconocido como padre de la aromaterapia moderna. A principios del siglo XX influenciado por intereses sobre la terapia floral, Gattefosé realizaba experimentos en su laboratorio cuando sufrió graves quemaduras en una mano. Instintivamente llevó su mano a un recipiente el cual contenía esencia de lavanda; las quemaduras sanaron milagrosamente, comprobando que su dolor por tal quemadura disminuía considerablemente, no desarrolló infección alguna y obtuvo una estupenda cicatrización. Después usó los aceites esenciales en la I Guerra Mundial (1914-1918), para curar heridas de los soldados. Descubrió que los aceites tardan de 30 minutos a 12 horas en ser totalmente absorbidos por el organismo. Es así como en 1928 aparece el libro “L’ Aromathérapie” en donde Gattefosé dio a conocer su fundamento, altamente científico, basándose en las virtudes antisépticas y curativas de los aceites.
En 1918, M. Cavel investigó el efecto de 35 aceites esenciales sobre cultivos microbianos y descubrió que la mayoría de aceites esenciales tienen propiedades antisépticas. El más efectivo resulto ser el tomillo, demostrando mayor actividad que el fenol.
Marguerite Maury, de origen Austríaco, bioquímica y esteticista enfocada al ramo de la cosmética, fue una de las grandes maestras, desarrolló investigaciones relacionadas con el mundo de la estética y el masaje. Muchas de sus fórmulas se utilizan hasta ahora. Fue la precursora del sistema de aromaterapia anglosajón donde se formaron personas como Robert Tisserand o Shirley Price, quienes en la actualidad marcan las pautas en cuanto a conocimientos, investigación, desarrollo, aplicación y enseñanza de esta terapia.
Jean Valnet, francés médico-militar quien ayudó a curar heridos en la guerra de Indochina. Debido a la escasez de medicamentos se apoyó mucho en los aceites curativos de las plantas. Los resultados fueron tan impresionantes que siguió perfeccionando cada vez más las técnicas. Posterior a la guerra, Valnet utilizó éstas esencias para tratamientos de tuberculosis, diabetes y otras enfermedades, y contribuyo mucho al conocimiento popular.
En los años 60 del siglo pasado, los italianos Gatti, Cajola y Paolo Rovesti, director del Instituto Derivati Vegetali, investigaron los efectos psicosomáticos de los aceites esenciales y demostraron su efectividad en el tratamiento clínico de la ansiedad y depresión.
Ya en los años 90, el mundo de la Aromaterapia cambia radicalmente. El aromatólogo Pierre Franchomme junto con el medico Daniel Pénoel publican en 1990 la obra “l¨Aromathérapie exactement”, una obra sin parangón, con gran cantidad de información sobre la química de los aceites esenciales y su aplicaciones terapéuticas.
Robert Tisserand es el fundador de la Organización más importante que estudia e investiga la práctica de la aromaterapia en la actualidad.

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